ANTECEDENTES HISTORICOS
En el año 490 a. C. los griegos derrotaron al ejército de Darío I, rey de Persia, en la batalla de Maratón. Primera Guerra Médica entre Persia y Grecia.
En el año 486 a. C. muere Darío I cuando preparaba una segunda campaña contra Grecia, lo sucede en el trono su hijo Jerjes quien continúa con los preparativos.
En el año 481 a. C. Jerjes inicia la Segunda Guerra Médica cruzando el Helesponto con un ejército formidable y una gran escuadra. Emprendiendo un avance paralelo de su ejército y su armada, hacia Grecia.
En el año 480 a. C. en el mes de agosto, el ejército persa derrota en el desfiladero de las Termópilas al ejército griego mandado por Leónidas I rey de Esparta. Leónidas y sus hombres mueren de forma heroica defendiendo el paso.
Después de esta derrota, el ejército griego se retira al Istmo de Corinto protegiendo el Peloponeso y los atenienses, liderados por Temístocles, toman la decisión más heroica de su historia, no rendirse, evacuar Atenas y el Ática, trasladando sus familias a la isla de Salamina y enfrentar en Salamina a la flota persa.
El 23 de septiembre de 480 a. C. la flota griega derrota a la flota persa en el paso oriental de la isla de Salamina en el golfo Sarónico. En la que se conoce en la batalla de Salamina.
Tras la batalla de Salamina, Jerjes ordena a su flota dirigirse al Asia Menor y él emprende el regreso con su ejército dejando una fuerza de ocupación en Grecia de 120.000 hombres al mando del general Mardonio en Tesalia y otra en Tracia y Macedonia al mando del general Artabaces.
A comienzos del verano del año 479 a. C., Mardonio comisionó a Alejandro I de Macedonia para que transmitiera a Atenas una oferta de paz y alianza con Persia sobre una base de igualdad. Los atenienses rehusaron la oferta, pero exigieron a los espartanos que se unieran con ellos en contra del invasor persa.
Ante la negativa ateniense, Mardonio se dirigió a Atenas y volvió a ofrecer una alianza a Atenas. Arístides, general ateniense exigió a Esparta una acción inmediata en contra del ejército de Mardonio si quería conservar la lealtad de la ciudad. Como resultado de lo anterior salió del Peloponeso hacia el istmo, al mando del general Pausanias, un ejército espartano compuesto por 10.000 hoplitas. Mardonio prendió fuego a la ciudad y se retiró a Beocia con el propósito de atraer a los espartanos y sus aliados al terreno más favorable para los movimientos de su caballería.
Pausanias debe haber llegado al istmo de Corinto probablemente en julio de ese año, allí reunió a los contingentes peloponenses y luego se dirigió a Eleusis donde se le unió Arístides con 8.000 hoplitas y una considerable fuerza de arqueros.
Desde Eleusis el ejército marchó a Eritras ubicándose en las laderas del monte Citerón, desde donde se podía observar el campamento persa rodeado de una empalizada junto al río Asopo.
Fuerzas participantes
- Aliados griegos: el ejército al mando del general Pausanias sumaba 40.000 hoplitas y el resto tropas ligeras. Había contingentes de 19 ciudades estado griegas siendo los de Atenas y Esparta los más numerosos.
- Aliados persas: el ejército al mando del general Mardonio estaba conformado por alrededor de 120.000 hombres aportados por beocios, aliados asiáticos y los persas que eran el grueso.
Desarrollo de la batalla
Aunque la posición griega no era apropiada para el empleo de la caballería, Mardonio decidió atacar antes que los griegos continuaran sumando refuerzos y para ello envió toda su caballería, al mando del general Masistio, en contra de las fuerzas griegas, acción que resultó desastrosa para los persas y en la cual perdió la vida el general Masistio.
De este primer enfrentamiento, los persas comprendieron que en terreno accidentado la caballería no servía de gran cosa frente a fuerzas entrenadas y bien dispuestas. Los griegos a su vez se entusiasmaron con el triunfo y creyeron que podían vencer a la caballería en cualquier terreno.
La victoria obtenida contra la caballería persa y la carencia de un suministro adecuado de agua en Eritra decidió a Pausanias a abandonar su posición defensiva en la montaña y trasladó su ejército a la llanura de Platea, entre dicha ciudad y el río Asopo. Los espartanos se ubicaron en el ala derecha, los atenienses en el ala izquierda y el resto de los aliados en el centro.
Cuando Mardonio descubrió el cambio de posición del ejército griego, se apresuró a sacar su ejército hacia la llanura formando una línea paralela a la de los griegos. El ala izquierda conformada por los persas, frente a los espartanos, los aliados asiáticos en el centro y los beocios y otros griegos en el ala derecha, frente a los atenienses.
Según Heródoto, los dos ejércitos permanecieron enfrentándose durante ocho días, sin efectuar ningún movimiento. Al octavo día, Mardonio envió a la caballería a destruir los pasos por donde llegaba el aprovisionamiento a las tropas griegas. Además Mardonio comenzó a atacar nuevamente con su caballería, pero esta vez empleando proyectiles lanzados desde larga distancia.
La posición griega se hizo crítica después del ataque a sus líneas de abastecimiento por lo que en la mañana del segundo día de ataque decidieron retroceder en la noche a una posición hasta el monte Citerón.
En la mañana del 27 de agosto, Mardonio, al ver el nuevo movimiento griego dejó a su ala derecha que combatiera contra los atenienses y él, con el grueso del ejército y la caballería, se lanzó contra el ala derecha griega conformada por los espartanos.
En este combate, la falange griega demostró una vez más la fortaleza de su constitución. Las tropas ligeras y la carencia de escudos u otra protección de los persas constituyeron la mayor desventaja contra hombres fuertemente armados. Mardonio fue muerto y desde ese mismo instante los persas cedieron y al poco tiempo retrocedieron en fuga. Pausanias había conseguido una victoria que cambiaría el curso de la historia. Por su parte los atenienses, después de una encarnizada lucha, vencieron a los beocios.
Consecuencias
Después de la batalla los griegos saquearon al campamento persa entregando el botín al oráculo de Delfos. Los persas abandonaron Tebas y al poco tiempo regresaron al Asia Menor.
Esta victoria y la de Salamina unieron a los helenos, desarrollando un cierto sentimiento de patria y de que todo lo que no era heleno era bárbaro. La pérdida de prestigio no sólo contuvo la expansión del Imperio persa, sino que lo llevó a su ruina.