La Confederación de Delos o Liga de Delos fue una agrupación de los ciudadanos atenienses con los habitantes de las islas del mar Egeo y los griegos de las costas de Asia Menor, las ciudades-estado de la antigua Grecia (que llegaron a ser más de 200). Su sede se encontraba en la isla de Delos.
Esta organización fue una confederación marítima, creada y controlada en un principio por el estadista ateniense Arístides (que redactó los estatutos y la puso en marcha), en el 477 a. C., al finalizar las Guerras Médicas, con el fin de poder defenderse de posibles y nuevos ataques por parte de los persas. Fue también una consecuencia de la pérdida de la hegemonía por parte de Esparta, a la que sucedió Atenas en el mando de las expediciones. Los confederados tenían la obligación de proporcionar hombres, navíos y dinero para las campañas de guerra. Por su parte, la ciudad de Atenas se comprometía a organizar y dirigir dichas campañas y a procurar que las demás ciudades no fueran asaltadas ni invadidas por los persas. Las decisiones importantes se tomaban en las reuniones de un consejo en el que había un representante de cada una de las ciudades confederadas; este representante tenía derecho a voz.
Las fuerzas militares de la Confederación conquistaron el mar Egeo y sus costas al mando del ateniense Cimón. Se enfrentaron y vencieron a la marina persa y conquistaron bastantes tierras que después colonizaron, además de abrir rutas seguras por mar hacia el Ponto Euxino o mar Negro.
Después de obtener estos éxitos contra los persas, Cimón pensó en una expansión por Egipto, donde estaban sufriendo también una invasión persa. Pero los confederados no vieron con buenos ojos esta incursión militar que sólo podía traer ventajas a Atenas y que les iba a costar a ellos buena parte del tesoro. Tanto la expedición como las campañas contra los persas en Egipto fueron un fracaso, y finalmente Atenas tuvo que negociar la paz. El negociador fue el estadista ateniense Calias, y lo acordado consistía en que los persas dejaran libre el mar Egeo y las costas de Asia Menor, mientras que Atenas debía renunciar a su intervención en la política de Egipto y Chipre (ver Paz de Calias). De esta manera llegó a su fin la guerra entre los griegos y los persas.
Después de todos estos acontecimientos, Atenas eligió a Pericles como nuevo jefe. Pericles comenzó su gobierno poniendo fin a una política de conquistas. Hizo de Atenas la primera y más importante ciudad griega y consiguió una total hegemonía sobre las demás ciudades de la Confederación de Delos, que se fueron transformando de ciudades aliadas en ciudades subyugadas. Era el comienzo de un imperio sometido a Atenas, que era quien dirigía la armada, la marina y la diplomacia y que quiso además establecer en las ciudades su propio régimen político. En el 454 a.C. se ordenó trasladar el tesoro de la Confederación a la ciudad de Atenas. Todos estos hechos, unidos al aumento de impuestos requerido, hicieron que las ciudades de la Confederación se rebelaran y empezaran a sentirse enemigas de Atenas, que además les impuso su moneda, su sistema de pesos e incluso la forma de gobierno.
Los recursos económicos del Estado ateniense no eran muy holgados. Toda la grandeza de Atenas en el siglo de Pericles, sus construcciones, obras públicas, edificios religiosos, esculturas, etc. no habrían podido llevarse a cabo sin el gran recurso del tesoro de la Confederación de Delos.
Continuaron, sin embargo, siendo dominadas por Atenas hasta la derrota de ésta por Esparta en el año 404 a. C., como consecuencia de la guerra del Peloponeso. A partir de este momento, la Confederación se disolvió hasta el año 377 a. C., en que tuvo un renacimiento para protegerse en este caso del poder de Esparta. No obstante, Atenas ya era incapaz de imponer su autoridad. La Confederación dejó de existir definitivamente en el 338 a. C. cuando Filipo II de Macedonia derrotó a los atenienses en la batalla de Queronea.