viernes, 7 de octubre de 2011

LIGA DE DELOS

LIGA DE DELOS

La Confederación de Delos o Liga de Delos fue una agrupación de los ciudadanos atenienses con los habitantes de las islas del mar Egeo y los griegos de las costas de Asia Menor, las ciudades-estado de la antigua Grecia (que llegaron a ser más de 200). Su sede se encontraba en la isla de Delos.

Esta organización fue una confederación marítima, creada y controlada en un principio por el estadista ateniense Arístides (que redactó los estatutos y la puso en marcha), en el 477 a. C., al finalizar las Guerras Médicas, con el fin de poder defenderse de posibles y nuevos ataques por parte de los persas. Fue también una consecuencia de la pérdida de la hegemonía por parte de Esparta, a la que sucedió Atenas en el mando de las expediciones. Los confederados tenían la obligación de proporcionar hombres, navíos y dinero para las campañas de guerra. Por su parte, la ciudad de Atenas se comprometía a organizar y dirigir dichas campañas y a procurar que las demás ciudades no fueran asaltadas ni invadidas por los persas. Las decisiones importantes se tomaban en las reuniones de un consejo en el que había un representante de cada una de las ciudades confederadas; este representante tenía derecho a voz.

Las fuerzas militares de la Confederación conquistaron el mar Egeo y sus costas al mando del ateniense Cimón. Se enfrentaron y vencieron a la marina persa y conquistaron bastantes tierras que después colonizaron, además de abrir rutas seguras por mar hacia el Ponto Euxino o mar Negro.

Después de obtener estos éxitos contra los persas, Cimón pensó en una expansión por Egipto, donde estaban sufriendo también una invasión persa. Pero los confederados no vieron con buenos ojos esta incursión militar que sólo podía traer ventajas a Atenas y que les iba a costar a ellos buena parte del tesoro. Tanto la expedición como las campañas contra los persas en Egipto fueron un fracaso, y finalmente Atenas tuvo que negociar la paz. El negociador fue el estadista ateniense Calias, y lo acordado consistía en que los persas dejaran libre el mar Egeo y las costas de Asia Menor, mientras que Atenas debía renunciar a su intervención en la política de Egipto y Chipre (ver Paz de Calias). De esta manera llegó a su fin la guerra entre los griegos y los persas.

Después de todos estos acontecimientos, Atenas eligió a Pericles como nuevo jefe. Pericles comenzó su gobierno poniendo fin a una política de conquistas. Hizo de Atenas la primera y más importante ciudad griega y consiguió una total hegemonía sobre las demás ciudades de la Confederación de Delos, que se fueron transformando de ciudades aliadas en ciudades subyugadas. Era el comienzo de un imperio sometido a Atenas, que era quien dirigía la armada, la marina y la diplomacia y que quiso además establecer en las ciudades su propio régimen político. En el 454 a.C. se ordenó trasladar el tesoro de la Confederación a la ciudad de Atenas. Todos estos hechos, unidos al aumento de impuestos requerido, hicieron que las ciudades de la Confederación se rebelaran y empezaran a sentirse enemigas de Atenas, que además les impuso su moneda, su sistema de pesos e incluso la forma de gobierno.

Los recursos económicos del Estado ateniense no eran muy holgados. Toda la grandeza de Atenas en el siglo de Pericles, sus construcciones, obras públicas, edificios religiosos, esculturas, etc. no habrían podido llevarse a cabo sin el gran recurso del tesoro de la Confederación de Delos.

Continuaron, sin embargo, siendo dominadas por Atenas hasta la derrota de ésta por Esparta en el año 404 a. C., como consecuencia de la guerra del Peloponeso. A partir de este momento, la Confederación se disolvió hasta el año 377 a. C., en que tuvo un renacimiento para protegerse en este caso del poder de Esparta. No obstante, Atenas ya era incapaz de imponer su autoridad. La Confederación dejó de existir definitivamente en el 338 a. C. cuando Filipo II de Macedonia derrotó a los atenienses en la batalla de Queronea.

jueves, 6 de octubre de 2011

LIGA PANHELENICA

LA LIGA PANHELENICA

La Liga Panhelénica fue una coalición de casi todas las ciudades griegas con motivo de la invasión persa a Grecia en la Segunda Guerra Médica. Se debe de excluir a Macedonia y Beocia (sin contar Platea y Tespia) y Tracia (que no era griega) por ser aliados de Persia. Primero fue encabezada por Pausanias de Esparta y después por Cimón de Atenas. La principal actuación de la liga fue la victoria de la batalla de Platea, y, con ello, la expulsión de los persas. Al terminar la guerra contra los persas, Esparta se retiró de la Liga Panhelénica y volvió a la liga del Peloponeso, y Atenas fundó la Liga de Delos.

Todos los integrantes de la Liga:

Esparta, Atenas, Platea, Megara, Corinto, Tegea, Potidea, Orcómeno de Arcadia, Sición, Epidauro, Trecén, Lepreo, Micenas, Tirinto, Flegia, Hermíone, Eretria, Stira, Calcis, Ambracia, Leuce, Anactorión, Cefalonia y Egina.

Nota: éstas son al menos las ciudades que dieron, con sus más y sus menos, soldados para la victoria en la batalla de Platea.

miércoles, 5 de octubre de 2011

LIGA DEL PELOPONESO

LA LIGA DEL PELOPONESO

Al final del siglo VI, Esparta se había convertido en el estado más poderoso del Peloponeso y ejercía su hegemonía sobre Argos, el siguiente en importancia. Consiguió también otros aliados de peso, como Corinto y Elis, liberando a Corinto de la tiranía y ayudando a Elis a asegurarse el control de los Juegos Olímpicos. La misma política favoreció otras incorporaciones, hasta que prácticamente todo el Peloponeso formó parte de la alianza.

La Liga estaba organizada bajo el férreo control de Esparta, aunque teóricamente bajo la autoridad de dos órganos: la asamblea espartana y el consejo de los aliados, en el que cada miembro contaba con un voto, independientemente de su tamaño o peso geopolítico. Los estados miembros no tenían que pagar tributo excepto en tiempo de guerra, cuando se les podía exigir dos tercios de sus tropas.

Sólo la propia Esparta tenía derecho a convocar un encuentro de la Liga. No se trataba de una alianza multilateral, sino de acuerdos bilaterales entre cada miembro y Lacedemonia, de modo que quedaba a la discreción de los participantes firmar acuerdos entre ellos. Del mismo modo, y aunque cada estado miembro contaba con un voto, las decisiones del consejo no eran vinculantes para Esparta, que podía hacer caso omiso de ellas. No se trataba, por tanto, de una alianza en sentido estricto, como tampoco incluyó nunca la totalidad del Peloponeso.

La Liga proporcionaba seguridad a sus miembros y, principalmente, a la misma Esparta. Su línea política fue, en general, de signo conservador, con apoyo a los regímenes oligárquicos y oposición a los tiránicos.

martes, 4 de octubre de 2011

BATALLA DE PLATEA

ANTECEDENTES HISTORICOS

En el año 490 a. C. los griegos derrotaron al ejército de Darío I, rey de Persia, en la batalla de Maratón. Primera Guerra Médica entre Persia y Grecia.

En el año 486 a. C. muere Darío I cuando preparaba una segunda campaña contra Grecia, lo sucede en el trono su hijo Jerjes quien continúa con los preparativos.

En el año 481 a. C. Jerjes inicia la Segunda Guerra Médica cruzando el Helesponto con un ejército formidable y una gran escuadra. Emprendiendo un avance paralelo de su ejército y su armada, hacia Grecia.

En el año 480 a. C. en el mes de agosto, el ejército persa derrota en el desfiladero de las Termópilas al ejército griego mandado por Leónidas I rey de Esparta. Leónidas y sus hombres mueren de forma heroica defendiendo el paso.

Después de esta derrota, el ejército griego se retira al Istmo de Corinto protegiendo el Peloponeso y los atenienses, liderados por Temístocles, toman la decisión más heroica de su historia, no rendirse, evacuar Atenas y el Ática, trasladando sus familias a la isla de Salamina y enfrentar en Salamina a la flota persa.

El 23 de septiembre de 480 a. C. la flota griega derrota a la flota persa en el paso oriental de la isla de Salamina en el golfo Sarónico. En la que se conoce en la batalla de Salamina.

Tras la batalla de Salamina, Jerjes ordena a su flota dirigirse al Asia Menor y él emprende el regreso con su ejército dejando una fuerza de ocupación en Grecia de 120.000 hombres al mando del general Mardonio en Tesalia y otra en Tracia y Macedonia al mando del general Artabaces.
A comienzos del verano del año 479 a. C., Mardonio comisionó a Alejandro I de Macedonia para que transmitiera a Atenas una oferta de paz y alianza con Persia sobre una base de igualdad. Los atenienses rehusaron la oferta, pero exigieron a los espartanos que se unieran con ellos en contra del invasor persa.

Ante la negativa ateniense, Mardonio se dirigió a Atenas y volvió a ofrecer una alianza a Atenas. Arístides, general ateniense exigió a Esparta una acción inmediata en contra del ejército de Mardonio si quería conservar la lealtad de la ciudad. Como resultado de lo anterior salió del Peloponeso hacia el istmo, al mando del general Pausanias, un ejército espartano compuesto por 10.000 hoplitas. Mardonio prendió fuego a la ciudad y se retiró a Beocia con el propósito de atraer a los espartanos y sus aliados al terreno más favorable para los movimientos de su caballería.

Pausanias debe haber llegado al istmo de Corinto probablemente en julio de ese año, allí reunió a los contingentes peloponenses y luego se dirigió a Eleusis donde se le unió Arístides con 8.000 hoplitas y una considerable fuerza de arqueros.

Desde Eleusis el ejército marchó a Eritras ubicándose en las laderas del monte Citerón, desde donde se podía observar el campamento persa rodeado de una empalizada junto al río Asopo.

Fuerzas participantes

  • Aliados griegos: el ejército al mando del general Pausanias sumaba 40.000 hoplitas y el resto tropas ligeras. Había contingentes de 19 ciudades estado griegas siendo los de Atenas y Esparta los más numerosos.

  • Aliados persas: el ejército al mando del general Mardonio estaba conformado por alrededor de 120.000 hombres aportados por beocios, aliados asiáticos y los persas que eran el grueso.

Desarrollo de la batalla

Aunque la posición griega no era apropiada para el empleo de la caballería, Mardonio decidió atacar antes que los griegos continuaran sumando refuerzos y para ello envió toda su caballería, al mando del general Masistio, en contra de las fuerzas griegas, acción que resultó desastrosa para los persas y en la cual perdió la vida el general Masistio.

De este primer enfrentamiento, los persas comprendieron que en terreno accidentado la caballería no servía de gran cosa frente a fuerzas entrenadas y bien dispuestas. Los griegos a su vez se entusiasmaron con el triunfo y creyeron que podían vencer a la caballería en cualquier terreno.

La victoria obtenida contra la caballería persa y la carencia de un suministro adecuado de agua en Eritra decidió a Pausanias a abandonar su posición defensiva en la montaña y trasladó su ejército a la llanura de Platea, entre dicha ciudad y el río Asopo. Los espartanos se ubicaron en el ala derecha, los atenienses en el ala izquierda y el resto de los aliados en el centro.

Cuando Mardonio descubrió el cambio de posición del ejército griego, se apresuró a sacar su ejército hacia la llanura formando una línea paralela a la de los griegos. El ala izquierda conformada por los persas, frente a los espartanos, los aliados asiáticos en el centro y los beocios y otros griegos en el ala derecha, frente a los atenienses.

Según Heródoto, los dos ejércitos permanecieron enfrentándose durante ocho días, sin efectuar ningún movimiento. Al octavo día, Mardonio envió a la caballería a destruir los pasos por donde llegaba el aprovisionamiento a las tropas griegas. Además Mardonio comenzó a atacar nuevamente con su caballería, pero esta vez empleando proyectiles lanzados desde larga distancia.

La posición griega se hizo crítica después del ataque a sus líneas de abastecimiento por lo que en la mañana del segundo día de ataque decidieron retroceder en la noche a una posición hasta el monte Citerón.

En la mañana del 27 de agosto, Mardonio, al ver el nuevo movimiento griego dejó a su ala derecha que combatiera contra los atenienses y él, con el grueso del ejército y la caballería, se lanzó contra el ala derecha griega conformada por los espartanos.

En este combate, la falange griega demostró una vez más la fortaleza de su constitución. Las tropas ligeras y la carencia de escudos u otra protección de los persas constituyeron la mayor desventaja contra hombres fuertemente armados. Mardonio fue muerto y desde ese mismo instante los persas cedieron y al poco tiempo retrocedieron en fuga. Pausanias había conseguido una victoria que cambiaría el curso de la historia. Por su parte los atenienses, después de una encarnizada lucha, vencieron a los beocios.

Consecuencias

Después de la batalla los griegos saquearon al campamento persa entregando el botín al oráculo de Delfos. Los persas abandonaron Tebas y al poco tiempo regresaron al Asia Menor.

Esta victoria y la de Salamina unieron a los helenos, desarrollando un cierto sentimiento de patria y de que todo lo que no era heleno era bárbaro. La pérdida de prestigio no sólo contuvo la expansión del Imperio persa, sino que lo llevó a su ruina.

lunes, 3 de octubre de 2011

Formaciones Militares en la Época Clásica

Formaciones Militares en la Época  Clásica

En los tiempos más antiguos de que la historia da cuenta, las tropas se agrupaban en unidades independientes, cuya menor dotación era la de 10 hombres. Estas unidades, a su vez se agrupaban en guras geométricas extendiéndose en el sentido del frente y de la profundidad con intervalos y distancias reglamentarias. Persiguiendo el objeto de abrumar con las masas, prevalecían las formaciones compactas, subordinándose, a veces, a esta necesidad la construcción de las armas, como se veía en la falange griega, en que los hombres de la sexta fila de profundidad, podían herir aún a los enemigos que chocaban con la primera.

Los más antiguos ejércitos de que se hace mención en la historia, son los de los chinos, de los indios y de los egipcios, éstos tenían ya una organización determinada y formaciones de combate definidas, aunque muy rudimentarias. La formación de los egipcios era el cuadro, masa enorme y compacta que se componía de 100 filas de 100 hombres cada una. Formaban así, un cuadro de 10.000 hombres con gran empuje para el choque; pero enormemente pesada para la maniobra. En las alas de este cuerpo iba la escasa caballería que entonces existía y los pocos hombres que llevaban armas para ser arrojadas.

Los persas disminuyeron la profundidad, formando varias líneas con cuerpos que sólo tenían 10 a 12 filas de espesor. Los griegos y macedonios, marcaron un verdadero progreso creando la falange, cuerpo compacto como los anteriores; pero que, por su organización y armamento, merece un estudio especial.

Los elementos que la constituían eran los siguientes:
La primera unidad era de 4 hombres y constituía la emonotía; 2 emonotías formaban la dimería o hemiloquía —8 hombres; 2 dimerías formaban la hilera —16 hombres; 2 hileras formaban la diloquía —32 hombres; 2 diloquias formaban la tetrarquía —64 hombres; 2 tetrarquías formaban la taxciarquía —128 hombres; 2 taxciarquías formaban la sintagma —256 hombres.
La sintagma era ya una unidad cuadrada de 16 hombres por lado: 2 sintagmas constituían la pentacosiarquía—512 hombres; 2 pentacosiarquía constituían la chillarchía —1024 hombres; 2 chillarchías constituían la merarquía —2048 hombres; 2 merarquías constituían la falangarquía—4096 hombres.

Esta unidad que se hallaba dividida en 256 hileras de 16 hombres o sea 16 sintagmas, fue la que pasó a la historia con el nombre de falange. El frente de la falange era, por consiguiente, de 256 hombres y la profundidad de 16. Si se doblaba quedaba con una profundidad de 32 hombres y con una de 8 si se desdoblaba. Las distancias se reducían a su máximo, para resistir a las cargas de caballería, carros o elefantes, se formaba el sinapismo, que más tarde se llamó el cuadro. La extensión del frente no se puede precisar porque no hay noticias ciertas sobre los intervalos, como no los hay tampoco sobre las distancias.
Cada una de las unidades o elementos de que se ha hecho mención, tenían su jefe y por consiguiente, existían los títulos dedilochita, tetrarca, pentacosiarca, falangiarca, etc. Al soldado se le llamaba hoplita y llevaba como armas defensivas, casco, escudo y, en ciertas épocas, coraza o loriga.

Sus armas ofensivas eran la espada corta y una lanza o pica disforme, llamada sarisa y que medía de 6 a 7 metros.

Los hoplitas, como los legionarios romanos, llevaban un número variable —que a veces llegó a siete— de sirvientes, destinados a su servicio y al cuidado de sus armas llamados porta-escudos que luego armados con jabalinas y lanzas ligeras formaban el grupo de hostigadores. Los peltastas, formaban una clase de soldados intermedia entre el hoplita y el psiloi que constituía, la  categoría de infantería media, estas tropas normalmente eran reclutadas en la parte norte de Grecia y solían ser Tracios y Dacios su nombre viene dado por el escudo que portaban llamado pelta y que tenia forma de media luna podían llevar una protección ligera armas arrojadizas y espadas.

Enumerados ya todos los elementos que constituían la falange, queda por añadir la turba de heraldos, ayudantes, músicos cantores, sacerdotes, vivanderos, poetas y prostitutas que formaban su cortejo obligado, y con esto, se tiene una idea más o menos completa, de lo que, en su conjunto, era ese cuerpo de tropas.

De su empleo merece señalarse que, cuando los efectivos daban para más de una falange, no se formaba una segunda, sino que se reforzaba la que había, duplicando y hasta cuadriplicando sus efectivos, en cuyo caso la falange se llamaba tetrafalangarquía.
Con la falange simple, combatieron los griegos en Troya con la falange doble o difalangarquía en Maratón y después en Asia con Alejandro, que la reforzó dándole un efectivo de 13.000 combatientes.

No contento con esto, Alejandro dobló la difalangarquía, llegando así a la tetrafalangarquía con 28.672 combatientes, de los cuales 4.096 eran jinetes. A esta organización o unidad le faltaba flexibilidad para la maniobra y era sólo apta para el ataque en masa y, hasta cierto punto, para la defensa.

Cambios de formación, no existían, pudiendo señalarse sólo la formación del sinapismo para resistir las cargas y el aumento y disminución de las distancias e intervalos, en casos determinados.

La organización tampoco variaba, si se hace excepción de lo que se cuenta de Epaminondas, que en Leuctra, la varió dando al costado de ataque una profundidad de 50 hombres con la que arrolló la resistencia de los lacedomonios o espartanos, que sólo llevaban una profundidad de 12 hombres. Este, según muchos, fue el origen del orden oblicuo que tanto hizo hablar más tarde de Federico II.

El combate de la falange la iniciaban los psilois  que escaramuceaban al frente y flancos de la falange empleando sus armas arrojadizas y formando lo que se llamaba la nube o cortina de los psilois.

Cuando la proximidad del enemigo los obligaba a replegarse, pasaban a colocarse en las alas y a retaguardia de la falange, desde donde continuaban disparando sus armas. Llegaba entonces su turno a la falange y avanzaba o se mantenía firme o retrocedía, según la clase de combate que quisiera desarrollar. Las seis primeras filas llevaban la pica horizontal, en tanto que las otras diez, la llevaban vertical.

Estas últimas apoyaban el ataque de las primeras, reemplazaban sus bajas y atendían a la defensa de la falange por retaguardia, dando media vuelta si era atacada por allí. Con escudos, los soldados le formaban a la falange una especie de coraza, manteniéndolos al frente los de la primera fila y sobre sus cabezas los de las restantes. Este sistema mantenía a cubierto a las filas traseras del hostigamiento y las saetas del enemigo, pues al ser lanzadas estas iban rebotando por entre el bosque de picas verticales haciéndolas perder fuerza

La cohesión que necesariamente se debía mantener en el combate, se dificultaba mucho en los terrenos accidentados; pues la falange no se hallaba preparada para otras maniobras, que para los giros, marchas de flancos, hasta de 32 pasos y doblamientos y desdoblamientos de la unidad.

Cuando la falange se desorganizaba o sufría un serio quebranto, era reforzada por los peltastas que también iban armados y constituidos en una forma semejante.

La unidad que entre ellos equivalía a la falange era el stifos que, doblado en su efectivo, formaba el epitagma de 8.192.

La desventaja más grave de la falange como unidad de combate era su falta de reserva, especialmente constituida y separada del cuerpo principal.

Aunque la masa o núcleo de los ejércitos griegos, estaba constituido por infantería, contaban también con elefantes, carros y caballería. Existía la caballería pesada y la caballería ligera. La pesada tenía caballos acorazados y sus jinetes, armados de lanza y sable, iban protegidos por cascos, escudos y corazas en pecho brazos y muslos. La caballería ligera no llevaba caballos acorazados y los jinetes sólo usaban cota de malla o pectorales. Como arma llevaban, el sable y la lanza, flechas y jabalinas.

La proporción en que comenzaron agrupar los jinetes en el ejército griego (Platea 479), con respecto a la infantería, fue de 1 por cada diez infantes; pero más tarde llegaron a ser 1.200 en cada falange.
Formaba la caballería en las alas de la falange separada por un intervalo de 150 pies. Se le empleaba como los psilois y, en la victoria, para la persecución.

La falange de la caballería o epitagma se dividió en: 4 Hiparquías de 1024 hombres 16 Tarentinarquías de 256 hombres 64 lías de 64 hombres.

La unidad táctica en esta arma era el ilas de 64 hombres.

Las marchas las efectuaban los griegos, por lo general, en una solo columna, colocando adelante a la caballería que formaba en el ala derecha de la falange, después de la infantería, en seguida los bagajes y por fin, cerrando la columna, la caballería del ala izquierda. A las tropas ligeras se les encomendaba el servicio de seguridad delante y en los flancos de la columna.

Para acampar se elegían, de preferencia, lugares que ofrecieran alguna protección contra los ataques de los enemigos, y dándole una forma circular formaban campamentos protegidos por fosos en las partes no resguardadas por defensas naturales. La seguridad se ejercitaba, dentro del campamento, por la infantería, y fuera, por la caballería ligera.

La falange reinó sin contrapeso en el mundo militar hasta que Perseo fue derrotado en Pidna por Paulo Emilio, en el 168 a. de J.C.

Aquí la falange fue vencida por la legión, formación romana ésta, que tenía marcadas ventajas sobre aquella.

La legión contaba por lo general de 4 a 4.500 hombres mandados por un tribuno y distribuidos así:

Además la legión contaba con 300 jinetes “equites” (en las alas y con máquinas de guerra).

La primera y más decisiva ventaja de la legión sobre la falange, consistía en su disposición de líneas paralelas, que le permitía el empleo sucesivo de sus fuerzas de manera que la tercera línea, de los triarios, pasaba a constituir una verdadera reserva. Por eso, cuando se libraba una batalla tan reñida que hacía necesario el empleo de la tercera línea, los romanos decían: Res ad triarios pervenit (la cosa llegó hasta los triarios).

El servicio militar obligatorio establecido en Roma desde su fundación, por Rómulo fue la base del reclutamiento para la legión (como lo había sido para la falange). Para establecer las categorías, Servio Tulio dividió al pueblo romano en seis clases, tomando en cuenta las fortunas y las declaró a todas obligadas a servir en el ejército, con la sola excepción de la 6a, la cual se la destinó más tarde a proveer de marinos a la escuadra.

Como el servir en el ejército era una distinción, no tenían en él cabida ni los libertos ni los esclavos; pero las necesidades de la guerra obligaron a los romanos a admitirlos momentáneamente después de la batalla de Cannas donde Anibal extermino a 55.000 romanos y a estas bajas habría que sumarles las de la batalla de Trebia 30.000 y Trasimeno 25.000.

El creador de la legión fue el célebre General romano Mario Fuvio Camilo, quien la dividió en 30 manípulos (después centurias) de 100 hombres cada una, algo como nuestras secciones; a su vez divididas en decurias (de 10 soldados). Más tarde Cayo Mario, famoso guerrero romano, agrupó las centurias en 10 cohortes (300 a 360 hombres cada una) verdadera unidad táctica, como ahora la compañía. El frente y la profundidad de la legión alcanzaban más o menos a 200 metros y 30 a 40 metros, respectivamente, sin incluir a los vélites en la profundidad. Dos legiones y sus auxiliares m/m. 20.000 infantes y 3.000 jinetes formaban un ejército consular.

Para los romanos, la legión era la suprema creación del arte militar y, por eso, no es extraño que Polibio en su admiración por ella, haya llegado a decir que “fue debida a la inspiración de los dioses”.

Además de los elementos ya enunciados, contó más tarde la legión con una fuerza irregular, variable y colectiva, constituida por extranjeros y bárbaros que, ordinariamente, formaban en las alas y por lo cual, fueron designados con el nombre de alares. El mérito principal de la legión era su capacidad de reiteración por medio de sus líneas de retaguardia.

La falange, se prestaba más para la defensa, y la legión, para el ataque. Para el combate a distancia contaba cada manípulo con 40 vélites, que iniciaban el ataque combatiendo en orden disperso y hostigando con proyectiles.

La legión atacaba acercándose hasta quedar con las primeras filas de sus manípulos a unos 10 pasos de distancia del adversario y desde allí iniciaba el combate propiamente tal, arrojando sus pillum y lanzándose enseguida al combate cuerpo a cuerpo. Si los hastarios eran rechazados, los reemplazaban los príncipes y si éstos, a su vez también lo eran, los triarios, que hasta ese momento se habían mantenido a retaguardia con una rodilla en tierra, formando una especie de falange con las tropas ya rechazadas y constituyendo ellos el núcleo, se lanzaban al choque con impulso casi siempre irresistible.

Entre tanto, los vélites que después de iniciar el combate se retiraban a los flancos, secundados por la caballería, procuraban atacar al adversario por las alas.

Nuevas reformas en tiempo de Adriano, introdujeron la cohorte miliaria, constituída por 1.105 soldados escogidos y la quingentaria compuesta de 500 hombres.

La cohorte llegó a ser una verdadera unidad táctica y orgánica, sólo en el año 647 de Roma; pero tuvo larga vida y ejerció su influencia a través de varios siglos.

Resucitó con Gonzalo de Córdoba,  y siguió hasta Turena y todavía Folard la imitó en el siglo XVIII.