lunes, 22 de octubre de 2012

PORQUE CUANDO NO VOTAS ¡¡¡VOTAS¡¡¡


PORQUE CUANDO NO VOTAS,¡¡¡ VOTAS¡¡¡

 

La abstención

Cuando alguien te dice que no votes, o decides no votar estás absteniéndote de expresar tu opinión en las urnas. Abstenerse es simplemente no votar. Quedarte en casa el día 22 de mayo viendo la tele y punto.

Si no votas, probablemente es para expresar tu descontento con la situación de la política española. Probablemente digas “estoy en contra de un sistema que me toma el pelo, así que no participo en el sistema“.No obstante, los no-votos en el sistema electoral español no cuentan nunca. Ni para mal, ni para bien.

Pongámonos en antecedentes ya sabréis la historia de las elecciones catalanas. En 2010 igual que en 2006, la fuerza más votada en las elecciones catalanas fue la abstención, con un 40% y 43% de abstenciones respectivamente. Ningún partido superó esos porcentajes en ninguna de las dos ocasiones. Ni siquiera el partido más votado, CiU. De hecho en las de 2006, a pesar de no haber ganado ninguno, los partidos del tripartito se propusieron tumbar al partido más votado y juntando sus cachitos, hicieron gobierno por encima de la voluntad popular.

El caso del referéndum para la Constitución Europea es el más chocante. Según el Gobierno, de cara a la Unión Europea, fuimos el primer país en aprobar la Constitución Europea por mayoría en referéndum. El caso es que sí, el 76% de los votos fue para el sí, por lo que la Constitución fue aprobada por una amplia mayoría. Eso sí, solo fue a votar el 42% del censo. Casi el 60% de los españoles se quedó en casa. Fue la participación más baja de toda la historia de la democracia. ¿Sirvió para demostrar algo? No. La Constitución se aprobó pese a ello.

Por lo tanto, en España, la abstención no significa que estés en contra del sistema. En España tu no-voto se va a tomar como un voto a la mayoría. Un “me da igual lo que salga, ya veremos cómo me las apaño luego”. Si realmente te da igual lo que salga, perfecto. Si te da igual que suba el paro, la gasolina, las hipotecas, la delincuencia… En fin, eres libre de no votar. Pero si estás hartito o hartita de este tinglado, no tienes más remedio que ir a votar si quieres que se te oiga. Si no, tu abstención se la van a pasar por el forro.

Curiosamente, echando la vista atrás, si revisas los datos de todas las elecciones generales en España, la abstención nunca ha bajado del 20% ni ha subido del 32%. Eso quiere decir que siempre, más de dos terceras partes de los votantes censados ha ido a votar. ¿Pero sabes cuándo se ha ido a votar más masivamente? Cuando había necesidad de cambio.

  1. En 1977. Hubo solo un 21% de abstenciones, a pesar de que los españoles estaban poco acostumbrados a votar, recién saliditos de una dictadura. ¿Por qué? ¿Las ansias de cambio, quizá? ¿La necesidad de validar la nueva democracia? ¿Las ganas de ser ellos mismos quienes decidiesen su futuro? Seguramente. Las siguientes elecciones de 1979, obligadas tras ratificar la Constitución, volvieron a dar a UCD como ganador. Parece que la gente ya daba las cosas por logradas, porque la abstención (la gente del “me da igual”) subió al 31% de golpe, hasta que pasó algo gordo.
  2. En 1982 se registró la menor abstención de la historia. El 80% de los españoles salieron a votar masivamente. Solo el 20% se abstuvo. De nuevo con las ansias de cambio. Adolfo Suárez había dimitido. Acabábamos de tener el famoso 23-F. La democracia había subsistido, mantenida con palillos y había que revalidarla, no fuese a ser que a alguien se le ocurriese quitárnosla. Sin duda, un momento histórico que, también significó un cambio. De UCD pasamos al PSOE de Felipe González.
  3. La abstención volvió a fluctuar en torno al 30% hasta otro mínimo: en 1996. Bajó hasta el 22,6%. Curiosamente con otro cambio: los votantes escogieron al PP después de una serie de escándalos del PSOE. Y ahí se quedó hasta que se le ocurrió meterse en la guerra de Irak.
  4. En 2004, después de haber pasado por otro despunte superior al 31% de no-votos al “me da igual”, la abstención volvió a bajar hasta el 24% a favor del cambio. El cambio relativo. El cambio de nuevo al PSOE, que lleva ahí desde entonces.

Como queda patente, la lectura que se hace en la sociedad y la política españolas del no-voto o abstención no es de rebeldía contra el sistema. Es más bien de continuismo. Las elecciones en las que hay abstención, mantienen el status quo conseguido en las anteriores. Las elecciones en las que hay alta participación generan cambios.

Si pretendes quejarte con tu abstención, te recomiendo que consideres una mejor manera de hacerlo, porque si no, te van a tomar por el pito del sereno.

El voto nulo

El voto nulo es el voto ambiguo. Los votos con papeletas no oficiales, votos a más de un candidato, votos rotos, votos con dibujitos, etcétera, todos esos son votos nulos, porque aunque el votante se ha personado para dar su voto, el voto no se atiene a las reglas de los votos.

Este voto, igual que las abstenciones, no suma votos en el cómputo global de votos emitidos y, para los efectos, es lo mismo. Se registra como nulo para que la contabilización al final de la jornada, entre válidos, nulos y abstenciones, sume el 100% y nadie diga que ha habido tongo.

Históricamente, en España, siempre ha habido muy pocos votos nulos. En las generales sólo ha superado el 1% las primeras 4 elecciones de 1977, 1979, 1982 y 1986, y se lo podríamos achacar perfectamente a que estaban todavía aprendiendo cómo funcionaba eso de votar.

El hecho de que el voto nulo no sea computable lo hace una muy mala elección si quieres cambiar las cosas. A todos los efectos, en España funciona igual que una abstención. Y si las abstenciones no hacen nada por el cambio, imagínate lo que hacen los votos nulos que prácticamente no superan el 2%.

El voto en blanco

Según la Ley Orgánica 5/1985, de 19 de junio, del Régimen Electoral General, en su artículo 96, punto 5: “Se considera voto en blanco, pero válido, el sobre que no contenga papeleta y, además, en las elecciones para el Senado, las papeletas que no contengan indicación a favor de ninguno de los candidatos”.

¿Qué los diferencia de una abstención o un voto nulo? El tema de que sea un voto “válido”. El voto en blanco es válido porque sí cuenta para el cómputo final de votos. Pero si te piensas que se va a traducir en escaños en blanco, te equivocas de pleno. Entonces, ¿qué se hace con ellos?

Si has oído que son votos que se dan al partido más votado, o que se distribuyen entre los más votados, no es cierto. Pero sí perjudican a los partidos menos votados. En España no se utiliza un sistema proporcional normal y lógico, en el que cada partido se lleva el tanto por ciento de escaños que ha conseguido en las urnas. En España utilizamos una complicada fórmula matemática, la ley d’Hont (explicada pasito a pasito aquí y aquí), con una regla de salida básica: si no llegas al 3% de los votos, no entras en el juego. Los votos en blanco, aunque no se le reparten a nadie, sí que hacen el saco de votos más grande, con lo que los porcentajes, se hacen más pequeños. Como consecuencia los partidos con menos votos salen perdiendo.

Además, los artículos 68 y 69 de la Constitución Española establecen que la circunscripción electoral para las elecciones generales (Congreso y Senado) es la provincia. Eso quiere decir que, aunque un partido se pase del 3% en el recuento de votos nacional, si provincia a provincia no llega al 3%, queda eliminado. En las últimas elecciones generales, le pasó a IU de manera escandalosa. Aunque sacó más votos que CiU en las elecciones al Congreso, sacó 8 diputados menos. ¿Por qué? Porque circunscripción a circunscripción había quedado eliminada, a pesar de tener un total nacional superior.

En las próximas elecciones municipales y autonómicas pasa tres cuartos de lo mismo. Cada autonomía tiene su propia Ley Electoral, siendo la Valenciana de las más hirientes contra los partidos minoritarios, ya que eleva el mínimo al 5%. No obstante, como la circunscripción electoral sigue siendo la provincia, aunque un partido llegue al 5% global en todas las provincias de la autonomía, o incluso al 10%, o al 12%, no tendrá acceso a escaño si no llega al 5% al menos en una de ellas.

Luego, votar en blanco hace más difícil a los partidos pequeños llegar a obtener escaños, o lo que es lo mismo, hace más fácil a los partidos mayoritarios obtenerlos. De ahí que el voto en blanco acreciente las injusticias electorales no te lo recomiende.

En resumen

Estás jodido. O jodida. Porque te puedes quejar todo lo que quieras, tenemos libertad de expresión, pero si no sales a votar, las cosas no van a cambiar. Claro, viendo que abstenerte no es una opción, romper tu papeleta tampoco y dejar el sobre vacío menos todavía… ¿qué hacemos?

En primer lugar, si diversificamos el voto, la ley d’Hont es más difícil de aplicar y menos abusiva. Repartir los escaños entre cinco partidos donde dos quedan eliminados y otros dos tienen en conjunto el 70% de los votos restantes es favorecer el bipartidismo. Si bajamos ese 70% y subimos el resto, favorecemos que la representación en las cortes autonómicas y los ayuntamientos sea más equitativo y castigamos verdaderamente a la clase política asentada, porque entonces es cuando verdaderamente pierden poder.

En segundo lugar, ayudamos a que las formaciones políticas que quedan injustamente excluidas por la barrera del 3% o el 5% y la circunscripción electoral tengan opciones a conseguir escaños en las autonomías. Aunque no consigan todos los que les corresponden por derecho porcentualmente, al menos tendrán la oportunidad de dejar oír su voz y defender tu voto.

Hay otros partidos a los que, tal vez por ser pequeños, tal vez por pensar que no van a llegar a ese 3%, tal vez por pensar que es tirar tu voto, no les das ni la oportunidad de leerte su programa electoral. ¿Y si tienen ideas buenas? ¿Vas a permitir que se pierdan esas ideas por seguir la misma tendencia de siempre? ¿Y si quieren cambiar este sistema electoral por uno mejor? ¿No sería eso digno de ser votado?

Pues ale. Si ya te has terminado el café, piensa sobre todo esto. Compártelo con quien quieras. Busca alternativas. Pero sobre todo vota.

Sacado del blog “La Libreta en Blanco”, pero me he permitido el borrar ideas políticas y publicidad de movimientos en pro de uno u otro sentido, eligiendo este texto por su claridad al explicar el valor de cada tipo de voto. Gracias

La ley electoral española


LA LEY ELECTORAL ESPAÑOLA

El sistema de D'Hondt

El sistema de D'Hondt es una fórmula electoral, creada por Victor d'Hondt, que permite obtener el número de cargos electos asignados a las candidaturas, en proporción a los votos conseguidos.

Aunque sobre todo es conocido en el ámbito de la política, este sistema puede servir para cualquier tipo de distribución proporcional.

Se utiliza en los siguientes países europeos: Austria, Bélgica, Bulgaria, Croacia, Eslovenia, España, Finlandia, Francia, Grecia, Irlanda, Países Bajos, Polonia, Portugal, República Checa y Suiza. En América, se utiliza asimismo en los siguientes países: Argentina, Chile, Colombia, Ecuador, Guatemala, Paraguay, República Dominicana, Uruguay y Venezuela. También en Israel, Japón y Turquía.

Reparto

Tras escrutar todos los votos, se calcula una serie de divisores para cada lista. La fórmula de los divisores es V/N, donde V representa el número total de votos recibidos por la lista, y N representa cada uno de los números enteros de 1 hasta el número de cargos electos de la circunscripción objeto de escrutinio. Una vez realizadas las divisiones de los votos de cada candidatura por cada uno de los divisores desde 1 hasta N, la asignación de cargos electos se hace ordenando los cocientes de las divisiones de mayor a menor y asignando a cada uno un escaño hasta que éstos se agoten. A diferencia de otros sistemas, el número total de votos no interviene en el cómputo.

Ejemplo

Supongamos unas elecciones a las que se presentan cinco partidos, entre los que deben repartirse siete escaños (o curules o bancas, según el país). Como el número total de votos no cuenta, el resultado sería el mismo si concurrieran más partidos con menos de 15.000 votos.

Partido A
Partido B
Partido C
Partido D
Partido E
Votos
340.000
280.000
160.000
60.000
15.000

Antes de empezar la asignación de escaños hace falta dibujar una tabla de 7 filas (número de escaños) por 5 columnas (número de partidos). En la primera fila escribimos el número total de votos recibidos por cada partido (divisor 1). Es preferible ordenar los partidos por número de votos, así se simplificarán las siguientes fases del algoritmo.

Primera iteración

  1. El cociente más alto corresponde al partido A, 340.000 votos.
  2. El partido A gana un escaño y se escribe debajo el siguiente cociente: 340.000/2=170000.
  3. Se rellena el resto de casillas en blanco con los valores de la casilla inmediatamente superior.

Segunda iteración

  1. El cociente más alto corresponde al partido B, 280.000 votos.
  2. El partido B gana un escaño y se escribe debajo el cociente:280.000/2=140.000.
  3. Rellenamos el resto de casillas en blanco con los valores de la casilla inmediatamente superior.

Tercera iteración

  1. El cociente más alto corresponde al partido A, 170.000 votos.
  2. El partido A gana un nuevo escaño y escribimos abajo el siguiente cociente: 340.000/3=113.333.
  3. Rellenamos el resto de casillas en blanco con los valores de la casilla inmediatamente superior.

Cuarta iteración

  1. El cociente más alto corresponde al partido C, 160.000 votos.
  2. El partido C gana un escaño y se escribe debajo el siguiente cociente: 160.000/2=80.000.
  3. Rellenamos el resto de casillas en blanco con los valores de la casilla inmediatamente superior.

Quinta iteración

  1. El cociente más alto corresponde al partido B, 140.000 votos.
  2. El partido B gana un nuevo escaño y se escribe debajo el siguiente cociente: 280.000/3=93.333.
  3. Rellenamos el resto de casillas en blanco con los valores de la casilla inmediatamente superior.

Sexta iteración

  1. El cociente más alto corresponde al partido A, 113.333 votos.
  2. El partido A gana un nuevo escaño y escribimos abajo el siguiente cociente: 340.000/4=85.000.
  3. Rellenamos el resto de casillas en blanco con los valores de la casilla inmediatamente superior.

Séptima iteración

  1. El cociente más alto corresponde al partido B, 93.333 votos.
  2. El partido B gana un nuevo escaño y escribiríamos abajo el siguiente cociente: 280.000/4=70.000, pero como no hay más escaños terminamos aquí.
  3. Rellenamos el resto de casillas en blanco con los valores de la casilla inmediatamente superior.

Partido A
Partido B
Partido C
Partido D
Partido E
Votos
340.000
280.000
160.000
60.000
15.000
Escaño 1
(340.000/1 =) 340.000
(280.000/1 =) 280.000
(160.000/1 =) 160.000
(60.000/1 =) 60.000
(15.000/1 =) 15.000
Escaño 2
(340.000/2 =) 170.000
(280.000/1 =) 280.000
(160.000/1 =) 160.000
(60.000/1 =) 60.000
(15.000/1 =) 15.000
Escaño 3
(340.000/2 =) 170.000
(280.000/2 =) 140.000
(160.000/1 =) 160.000
(60.000/1 =) 60.000
(15.000/1 =) 15.000
Escaño 4
(340.000/3 =) 113.333
(280.000/2 =) 140.000
(160.000/1 =) 160.000
(60.000/1 =) 60.000
(15.000/1 =) 15.000
Escaño 5
(340.000/3 =) 113.333
(280.000/2 =) 140.000
(160.000/2 =) 80.000
(60.000/1 =) 60.000
(15.000/1 =) 15.000
Escaño 6
(340.000/3 =) 113.333
(280.000/3 =) 93.333
(160.000/2 =) 80.000
(60.000/1 =) 60.000
(15.000/1 =) 15.000
Escaño 7
(340.000/4 =) 85.000
(280.000/3 =) 93.333
(160.000/2 =) 80.000
(60.000/1 =) 60.000
(15.000/1 =) 15.000
Total de cargos electos
3
3
1
0
0
% votos
40%
33%
19%
7%
2%
% escaños
43%
43%
14%
0%
0%

En la siguiente tabla se muestra el mismo procedimiento, pero en lugar de calcular los cocientes conforme se van asignando los escaños se han calculado todos en primer lugar.

  • Cada fila corresponde a uno de los partidos.
  • Cada columna corresponde a un divisor.
  • El número entre corchetes ([]) indica el número de orden en la secuencia.
  • Las celdas verdes son aquellas a las que se ha asignado un escaño.

 

Divisor
1
2
3
4
5
6
7
Partidos
A
[1] 340.000
[3] 170.000
[6] 113.333
85.000
68.000
56.667
48.571
B
[2] 280.000
[5] 140.000
[7] 93.333
70.000
56.000
46.667
40.000
C
[4] 160.000
80.000
53.333
40.000
32.000
26.667
22.857
D
60.000
30.000
20.000
15.000
12.000
10.000
8.571
E
15.000
7.500
5.000
3.750
3.000
2.500
2.143

 Ejemplo 2

En este ejemplo, utilizado en la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Zaragoza para la asignatura Política Económica, se usan los mismos datos ficticios que los usados en los ejemplos del Método del resto mayor, para permitir comparaciones.Suponiendo que se presenten siete partidos para elegir 21 escaños, los partidos reciben 1.000.000 votos repartidos así:

Partido A
391.000 votos
Partido B
311.000 votos
Partido C
184.000 votos
Partido D
73.000 votos
Partido E
27.000 votos
Partido F
12.000 votos
Partido G
2.000 votos

  • Cada fila corresponde a uno de los partidos.
  • Cada columna corresponde a un divisor.
  • El número entre corchetes ([]) indica el número de orden en la secuencia.
  • Las celdas verdes son aquellas a las que se ha asignado un escaño.

Divisor
Reparto
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
Total
% Escaños
Partidos
A
[1] 391.000
[3] 195.500
[6] 130.333
[8] 97.750
[10] 78.200
[13] 65.166
[16] 55.857
[18] 48.875
[21] 43.444
39.100
9
42,86%
B
[2] 311.000
[5] 155.500
[7] 103.666
[11] 77.750
[14] 62.200
[17] 51.833
[20] 44.428
38.875
34.555
31.100
7
33,33%
C
[4] 184.000
[9] 92.000
[15] 61.333
[19] 46.000
36.800
30.666
26.285
23.000
20.444
18.400
4
19,05%
D
[12] 73.000
36.500
24.333
18.250
14.600
12.166
10.428
9.125
8.111
7.300
1
4,76%
E
27.000
13.500
9.000
6.750
5.400
4.500
3.857
3.375
3.000
2.700
0
0.00%
F
12.000
6.000
4.000
3.000
2.400
2.000
1.714
1.500
1.333
1.200
0
0.00%
G
2.000
1.000
666
500
400
333
285
250
222
200
0
0.00%

Los 21 escaños quedan repartidos así:

Partido A
9 escaños
Partido B
7 escaños
Partido C
4 escaños
Partido D
1 escaño
Partido E
0 escaños
Partido F
0 escaños
Partido G
0 escaños

Influencia de las leyes electorales en los resultados

A veces, las leyes electorales fijan un porcentaje mínimo de votos, tal que los partidos que no consigan alcanzar ese umbral o barrera electoral quedan excluidos del cuerpo deliberante. A este porcentaje se le suele denominar porcentaje de exclusión y no es parte del sistema D'Hondt. Dependiendo de la ley electoral el porcentaje de votos puede ser calculado sobre el conjunto total de votos o sobre el conjunto de votos válidos (quitando nulos).

El porcentaje de exclusión se puede establecer a nivel de circunscripción (ámbito donde se aplica el sistema D'Hondt), a nivel del conjunto de todas las circunscripciones o alguna combinación de ambas. Ejemplos en España:


  1. Circunscripciones: Las provincias
  2. Porcentaje de exclusión: Se aplica a nivel de circunscripción y es del 3%


  1. Circunscripciones: Circunscripción única (el conjunto total)
  2. Porcentaje de exclusión: 5%

Las elecciones autonómicas de Castilla y León también usan un porcentaje de exclusión del 5% pero aplicado a las circunscripciones que son las provincias.

  • Elecciones autonómicas de Murcia

  1. Circunscripciones: 5 (cada circunscripción está formada por uno o más municipios)
  2. Porcentaje de exclusión: Se aplica a nivel del conjunto de circunscripciones y es del 5%

Las elecciones autonómicas de la Comunidad Valenciana son similares a estas pero usando como circunscripciones las provincias y usando el porcentaje de exclusión sobre el total de votos emitidos (incluye nulos) en lugar de los votos válidos.

  • Elecciones autonómicas de Canarias

  1. Circunscripciones: Las islas
  2. Porcentaje de exclusión: Para poder obtener escaño hay que tener un 6% a nivel de comunidad o bien ganar o tener un 30% en alguna de las circunscripciones.


El orden en que se repartan los cargos electos a los individuos de cada lista podría no estar dado por este sistema: puede ser una decisión interna del partido (en un sistema de listas cerradas) o puede que los votantes ejerzan alguna influencia (en un sistema de listas abiertas).

Para el número de cargos electos en una circunscripción electoral única, este sistema se comporta como un sistema proporcional puro. Si se fragmenta su aplicación por circunscripciones, suele sufrir una distorsión y los resultados totales pueden no ser proporcionales al número de votos válidos.

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